La transición entre el ser infantil y el ser adolescente, siempre resulta "entrecortada", aunque esta no sea la mejor palabra para definir el proceso. Una multitud de emociones, sensaciones, sentimientos, se encuentran y se arremolinan en alguna parte del interior del ser logrando desacomodar desde una meta bien trazada a nivel familiar, hasta una rodilla que jamás ha fallado. Los amigos se convierten en un baluarte y la familia, de manera eventual, podría pasar a un segundo plano (aunque después retorne a su sitio jerárquico original). Con ellos se experimenta, se aprende, se llora, se ama... se vive y la importancia de ellos se ve reflejada en el solo hecho de construir nuestra personalidad, esa que nos acompañará hasta el fin de nuestros días, inmutable al menos, hasta que una mujer o un hombre llegue y nos vuelva mierda.
La película lo ejemplifica mucho mejor a como ha sido expuesto acá y es un ítem imperdible e imborrable. 5.0/5.0
"No existe gloria sin sacrificios", un axioma de vida que en todas las familias y bajo todas las circunstancias nos intentan hacer entender.
Es la historia de un niño normal que a fuerza de la violencia "amorosa" de su padre, logró encontrar sus talentos y bajo ese mismo lineamiento, en su adolescencia se encontró con un colapso nervioso que limitó todas sus posibilidades de un crecimiento constante, sin embargo, este colapso garantizó su feliz y afamada vejez. Es hermosa y aunque el triunfo expuesto de esta manera es recurrente en muchas películas y libros, esta en particular ha horadado mis sensaciones. 5.0/5.0
A pesar de que el tema en el que gira esta película ya ha estado muy trillado en todos los países, en todas las épocas, formatos y esquemas, esta en particular tiene un aire que nos ayuda a identificarnos así sea en algunos de los segundos que se mueven en ella. Enternecedora, excepto por la notable violencia con la que tratan a la bebé que prestaron para ser una actriz inconsciente. 4.0/5.0
